domingo, noviembre 19, 2006

MOROCCO


Pequeño diario de lo que fue el viaje que hice en enero del 2006. Incluye algunas recomendaciones. No he omitido ciertas anécdotas porque creo que, de alguna manera, ilustran lo que uno se puede encontrar en Marruecos.



Intro
Como para cualquier viaje, siempre es bueno comprarse una guía. La “Lonely Planet” es una guía que además de darte información cultural sobre el país y sobre lo que visitar, también tiene mucha información práctica como alojamiento, comida, transportes…


Alojamiento
Si lo que buscas es adentrarte en la vida más tradicional de Marruecos parece una buena idea alojarse en las medinas de las ciudades. En ellas, o cerca de ellas encontrarás alojamiento económico. Este tipo de hoteles no tienen calefacción (a tener en cuenta si viajas en invierno), a veces tampoco agua caliente, el baño puede que sea compartido y puede que no sean muy limpios. Como la oferta suele ser amplia, se pueden chequear unos cuantos hostales antes de elegir el más adecuado.


Transporte
Los trenes son confortables, pero la red de ferrocarril no es muy extensa por lo que hay muchas zonas a las que sólo se puede acceder en autobús.
La compañía de autobuses CTM funciona a nivel nacional. Los autobuses son nuevos y ofrece más garantías con el control del equipaje. También hay otras compañías que realizan las mismas rutas, aunque te darán la sensación de ser menos fiables. Cuando nosotros viajamos con otras compañías fuimos los únicos extranjeros en todo el pasaje. Viajar con otra compañía puede ser más cachondo, más auténtico, aunque quizás menos seguro. Compara los precios entre las distintas compañías e intenta que no te engañen. En todas las compañías se paga un suplemento por el equipaje. No debería ser superior a 5 dh por bulto.
Grand taxis: son viejos mercedes. Suelen hacer rutas entre pueblos con paradas concretas (como un autobús urbano). En esos casos se paga por plaza y son una opción igualmente económica. El taxista siempre intenta sacarle el máximo rendimiento posible al trayecto así que viajarás como en una lata de sardinas junto con otras 5 personas y el chofer.
Los Petit Taxis para moverse dentro de la ciudad tampoco son muy caros. Pero cuidado, que no intenten engañarte. Haz que pongan el taxímetro o si no acuerda el precio por adelantado.

Moneda

Dirham. 1 € = 10,71 Dh 10 Dh son menos de 1 €




Día 0: Porto-Tarifa




1000 Km.
En realidad, ni si quiera llegamos a Tarifa. El viaje estuvo lleno de contratiempos y además nos detuvimos en Pombal y Tavira (Algarbe). A las 12.00 de la noche ya no podía conducir más y paramos en un pueblo llamado El Cuervo (provincia de Cádiz). Dormimos en el coche 6 horas, hasta que nos despertamos del frío que hacía. Desayunamos en un bar de currelas y continuamos nuestro camino hasta Tarifa.

Día 1: Tarifa-Tánger. Noche en Tánger




Algeciras es el puerto principal, pero desde Tarifa la compañía FRN ofrece la conexión más barata (48,60 € ido/vuelta, el billete se puede dejar abierto) y más rápida (40 minutos). Suele haber 3 o más ferrys diarios, dependiendo de la temporada.
Pasar un día en Tánger puede ser una buena forma de tomar un primer contacto con el país. Si no, hay una estación de CTM en el mismo puerto. Así que puedes coger el primer bus que se dirija a otro destino que creas más interesante.
Cerca de la medina hay muchos hostales. Nos alojamos en el Hostal Madrid, que está en un edificio con forma de corrala típica madrileña. Hab. Doble con baño 120 dh. No calefacción, agua templada.
En el norte del país casi toda la gente habla más o menos algo de español, así que no hay problema para comunicarse.
Nosotros tuvimos una buena vista panorámica de la ciudad desde la terraza de un edificio que estaba justo al lado de la casa que la millonaria Bárbara Hutton tenía en la medina. El mismo hombre que nos subió a la terraza, nos abrió la verja del patio de la casa de la millonaria, ya que, por alguna extraña razón, él tenía la llave. Saqué una foto de Emi en la puerta de la casa. También nos acompañó a la parte de las murallas donde todavía se conservaban los cañones fundidos en Europa (Londres, Barcelona…) que defendieron la ciudad de los ataques por mar. Y nos llevó a un bar en el que ha estado mucha gente famosa (Rollin Stones entre otros) y que tiene unas buenas vistas a la bahía, perfecto para tomar un té. Al simpático señor se le puso la cara muy seria cuando, al despedirnos, no hicimos ademán alguno de pagarle, ya que nosotros no le habíamos pedido que hiciera de guía. Finalmente, le dimos algunos dirhams y Emi me culpó a mí de haberle seguido el rollo.
En esta ciudad moró Paul Bowles muchos años de su vida y parece que algunos todavía lo recordaban porque vi fotos suyas en alguna tienda.
En Tánger bebimos la primera y última cerveza de todo el viaje. Para ello tuvimos que ir fuera de la medina al Bar Americano.

Día 2: Tánger-Chauen. Noche en Chauen




4 horas de viaje en bus. Se pasa por Tetuán (no muy interesante) y te adentras en las montañas del Rif, que es donde está esta preciosa ciudad azul. Medina llena vida y bastante segura, no muy grande y fácil de recorrer. Recomendación, alojarse en la medina. Si te gusta la montaña tienes la posibilidad de subir a alguna cima.
La gente habla español (algunos incluso te sorprenden con palabras en euskera o en catalán).
En la plaza Outa el Hamman, que está en el centro de la medina, lugareños y turistas se sientan al sol tomando té dulce con menta en cualquiera de los cafés sobre la acera. A nosotros nos gustó especialmente uno que tenía una terraza en la tercera planta donde además de nuestro té marroquí fumamos hachís tranquilamente.
Chauen forma junto con Ketama y Fez lo que se denomina el triangulo del hachís. Es en estas montañas donde crece el kiff, que es la planta de la que se extrae el hachís. Allí también se fuman directamente las hojas y el tallo secos (lo llaman kiffi) en una especie como de pipa. Rasca un poco y yo prefiero el hachís. Si estás interesado en experimentar la recomendación es la de siempre: no te fíes del que te lo vende. Aunque esa sea la cuna del hachís, los camellos también intentarán venderte mierda adulterada. Si puedes probarlo antes de comprarlo, mucho mejor. Pregunta a algún español (que seguro que encuentras, también hay mucho euskaldun) sobre precios y si conoce a alguien de fiar. Hay mucho hippy fumeta por esta zona.

Día 3 y 4: Chauen-Fez. Dos noches en Fez



Perdimos el CTM así que optamos por coger el primer autobús de otra compañía que partiese a Fez. Un hombre me pidió dinero por los billetes y desapareció. Me puse un poco nervioso. En esto, llegó el autobús que se supone nos llevaría a nuestro destino. Era un autobús muy viejo y no puede leer el nombre de la compañía porque estaba escrito en árabe. Otro hombre nos quitó las mochilas de la espalda y las metió en el portamaletas a la vez que nos pedía 20 dh por cada maleta. Todo el mundo gritaba y yo estaba cada vez más nervioso. Volvió el primer hombre con nuestros billetes y montamos en el autobús. Empecé a pensar que habíamos pagado el doble de lo que estaba pagando el resto de gente. El autobús arrancó y el chofer conducía rápido. Un hombre estaba cruzando el camino con un animal y el autobús dio un frenazo. La gente gritó y yo pensé que lo habíamos atropellado. El autobús había parado en cuesta y parece que los frenos no funcionaban muy bien, porque el copiloto bajó rápidamente del autobús y se afanó en poner unas rocas detrás de las ruedas para que el vehículo no se fuera para atrás. Tras unos minutos de espera, el chofer aceleró y el autobús empezó a subir la cuesta lentamente mientras el motor parecía no dar más de sí.
Después de 6 horas de viaje llegamos a Fez. “Tánger no me había preparado para la experiencia de Fez, donde todo era diez veces más extraño, más grande y más deslumbrante. Tuve la impresión de haber dejado por fin el mundo atrás y casi no podía soportar la emoción” (“Memorias de un nómada” de Paul Bowles. 1972). En efecto, así es. La medina vieja es tan grande y laberíntica que lo mejor es pagar a un guía para que te lleve a los sitios, si no, puedes pasarte horas dando vueltas sin sentido. Los guías oficiales son más caros, mas puedes pagar a algún estudiante para que te enseñe la medina. Lo hará con cierto disimulo caminando delante de ti ya que no está permitido. Antes de contratarlo dile lo que te interesa ver y que no te maree llevándote a tiendas. Nosotros dimos un paseo de 3,30 horas con un joven berebere políglota que al final nos invito a un par de porros (nosotros pagamos los tes). Le dimos 70 dj y se fue bastante contento.
No perderse:
-los souks, calles en las que se concentran los distintos gremios artesanales, donde que podrás ver como trabajan.
-el souk donde se tiñen y se secan las pieles, es el más grande e impresionante de Marruecos.
-las madrassas, escuelas donde se enseña el Corán.
-los funduks, eran los hoteles tradicionales donde los viajeros (generalmente comerciantes de fuera de la ciudad) se alojaban. Muchos de ellos están ocupados, otros en estado ruinoso y alguno con más suerte a sido restaurado y convertido en museo. Nuestro guía nos llevó a uno que tenía un estanque en el que se producía un extraño efecto óptico, que la tradición achacaba a Alá.
El acceso a las mezquitas en Marruecos está vedado a los no musulmanes. Emi se ponía un pañuelo en la cabeza y pudo visitar algunas. Yo solo las veía por fuera. Excepto por cierta decoración en las entradas y los minaretes (uno por mezquita), no llamaban mucho la atención, ya que muchas estaban encajonadas en la laberíntica trama de la medina. Eran edificios de planta basilical (rectangular) mucho menos espectaculares que las mezquitas bizantinas y otomanas que uno puede encontrarse en Istambul. Cuando volvimos a la península ibérica me pareció imprescindible, para completar el viaje, detenernos en Córdoba y ver su espectacular mezquita. Está claro que Al-Andalus, en su esplendor, llegó a un desarrollo cultural y artístico mayor que el Magreb. Las enseñanzas al respecto, de mi profesor de historia de la arquitectura, Jaime de Hoz, recobraron pleno valor para mí en este viaje.
Alojamiento: mejor hospedarse en la medina vieja (si, la vieja mejor que la nueva). Nosotros nos alojamos en la medina nueva, pero hay menos cosas que ver y es más chunga por las noches. Aunque pagamos 80 dj la hab. doble. Pero qué sitio!!…mejor no recordarlo.
A partir de Fez, se hace más complicado hacerse entender ya que la gente solo habla árabe o francés. Aunque varias veces tuvimos la sospecha de que, en realidad, no nos querían entender, sobretodo los taxistas.

Día 5: Meknes, Moulay Idriss, Volubilis


1 hora de tren de Fez a Meknes. Después de haber visitado Fez, Meknes no impresiona tanto. Es más pequeña, pero tiene una bonita plaza con bastante ajetreo.
El día puede cundir mucho. Por la mañana fuimos a Moulay Idriss a media hora de Meknes. Los grand taxis hacen una ruta regular, pregunta (ahora es más difícil hacerse entender a no ser que hables francés o árabe) dónde está la parada (9 dj por persona). Se puede echar un rápido vistazo a este pequeño pueblo, muy importante dentro de la historia de Marruecos, en el que no hay ningún hostal ya que hasta hace poco estaba prohibido pernoctar a los extranjeros. A 4-5 Km. se encuentra Volubilis, que es una antigua ciudad romana. El grand taxi costará 23 dj/plaza (no es una ruta regular). Nosotros fuimos en taxi y volvimos a Moulay Idriss dando un paseo. Volvimos a Meknes y a la tarde-noche visitamos la ciudad.
De madrugada cogimos un tren que nos llevaría en 7 horas a Marrakech. El tren era más confortable que algunos de los hostales en los que habíamos estado y por una noche dormimos calentitos.

Días 6 y 7: Marrakech. Dos noches


La ciudad es de color naranja pálido. Es sin duda el destino más turístico, lo cual le resta a mi modo de ver cierto encanto. Fuera de la medina, la Ville Nouvelle parece bastante moderna. Se pueden ver muchas mujeres con ropas occidentales conduciendo sus motos. La plaza Xemaa el Fna es la más famosa de Marruecos, inmensa y llena de vida tanto de día como de noche. Contadores de historias, mujeres que te pintan con gena, vendedores de zumo de naranja… A mi lo que más me impresionó fueron los encantadores de serpientes. Pero no me acerqué mucho a ellos, en parte por miedo a la serpiente, en parte por miedo a que el encantador me agobiara pidiéndome dinero. A Emi no pareció interesarle mucho el asunto de las serpientes.
Alojamiento: a menos de 3 minutos de Xemaa el Fna se pueden encontrar muchos hostales económicos.

Día 8: Essaouira


Desde Marrakech en tres horas de viaje en autobús (50 dj con CTM) se llega a este precioso pueblo pesquero en la costa, paraíso de wind-surfistas. Hay mucha artesanía de madera.
A medianoche cogimos un autobús de “otra compañía” (90 dj) que nos llevaría a Rabat (la CTM sólo viaja a Casablanca). 9 horas de viaje en las que no dormí muy bien porque el chofer llevaba la música a un volumen considerable y además a las 4 de la madrugada hubo una discusión, por una razón que no llegué a entender, entre varios de los pasajeros. Una mujer se desmayó y el autobús tuvo que parar en medio de la carretera.

Día 9: Rabat-Asilah-Tánger-Tarifa


En Rabat sólo estuvimos el tiempo justo para cambiar dinero en el banco y coger el primer autobús (50 dj) que nos llevara a Asilah.
Asilah es un pequeño pueblo costero muy cerca de Tánger en el que algunos nombres de calles están escritos en castellano. Había un restaurante que se llamaba “Casa Manolo” y en otro sitio, el hombre que nos vendió unos sándwiches hablaba un español casi perfecto. También hablaba bien el español un joven que nos estuvo siguiendo un buen rato, que nos invitó a un porro y que se enfado mucho cuando después de fumarlo no le quise comprar el hachís que me ofrecía. Después de 9 días de viaje por Marruecos ya estábamos bastante escarmentados con este tipo de gente y lo mandamos a tomar por culo sin contemplaciones.
Asilah fue el lugar más tranquilo de todos los que visitamos (a parte de las ruinas romanas, claro). También, quizás porque era el pueblo más pequeño de todos. La medina era tranquila y estaba sorprendentemente limpia. Al contrario de lo que habíamos visto hasta entonces, la vida parece que se hacia extramuros, es decir fuera de lo que es la medina. El concurso anual de murales que se celebra en agosto en la ciudad ha llenado sus calles de grandes pinturas coloridas. Sin embargo, para mí este pueblo es un destino suprimible dentro de lo que es un viaje por Marruecos.
El grand taxi a Tánger nos costó 15 dj cada, es decir, el mismo precio que el billete de autobús. En Tánger tuvimos el tiempo justo para gastar los últimos dirhams comprando especias y algo de comida para la cena.
Cogimos el ferry de las 21.30 (el último). Llovía mucho y había marejada en el estrecho. El barco se movía mucho y si el viaje hubiera sido más largo seguro que me hubiera mareado.
Llegamos a Tarifa. No hubo ningún tipo de control anti-droga en la aduana. La idea era coger el coche y dirigirnos hacia Málaga para dormir por algún sitio en el camino. Pero estaba tan cansado para conducir que decidimos quedarnos allí mismo. El hostal era nuevo y tenía calefacción lo cual era un signo de que había vuelto al primer mundo. La factura del hostal fue la señal definitiva.







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miércoles, noviembre 15, 2006

Predicciones

Nunca hagas predicciones, especialmente sobre el futuro.

Samuel Goldwyn

Un cachondo el Samu…
Pues este es el prólogo con el que empieza la “Guía práctica para usuarios del 3D Studio Max 6”. Guía que me han dado en el curso sobre susodicho programa que estoy haciendo en la actualidad.
Claro, uno abre el libro con la intención de aprender, lee esto y se acojona.

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lunes, noviembre 13, 2006

mi rodilla



Si ustedes ven las noticias de los informativos relacionadas con el deporte (cosa que dudo) sabrán que desde que ha empezado la liga de fútbol hay un montón de lesionados todas las jornadas.
De lo que no han hablado los noticiarios es de la pérdida que ha sufrido la Liga Vasca de fútbol sala con la lesión del jugador número 10 de La Cazuela Fs. O sea, el menda. Y es que en el transcurso del partido de ayer me dieron una hooooostia que todavía estoy viendo las estrellas.
En un lance del encuentro en el que se disputaba el balón mi pierna quedo enganchada entre la del portero y el defensa del equipo contrario (todo esto, en carrera) dando un giro en un plano en el que no puede girar. Es decir, si la vertical de mí cuerpo marca el eje Z, mi pene (en erección) es el eje Y, como ustedes sabrán las rodillas giran en el eje X. Pero mi rodilla giro en el eje Y. Resultado: ganamos 7-6 y yo tengo un esguince en el ligamento lateral externo de la pierna izquierda.
Tengo la rodilla hinchada, no puedo caminar y el doctor me ha recomendado reposo. No he podido ir ni a trabajar.
Y nada, ahora que venían unas semanas más animadas con respecto a lo social, pues mi vida queda en un paréntesis y no sé si me perderé esas citas. Citas que me iban a venir muy bien, después de un par de semanas un poco depre por la gris monotonía vital en la que había caído.
Y nada, esto se parece a esos blogs en la que la peña nos cuenta su vida… pero qué le voy a hacer si tengo en la mente la imagen de mi mismo sentado en una silla de ruedas abandonado en un pasillo de urgencias esperando al doctor. Y da igual que pinten las paredes de verde (esperanza), los hospitales siguen siendo lugares bastante chungos…
Pero desdramaticemos. Lo peor de todo es que ha quedado truncada mi meteórica carrera futbolística. Cada vez me colocaba mejor en el campo (o eso creo), últimamente jugaba con lentillas, lo que me permitía ver el balón y la cara a los jugadores, y mis amigos cada vez me pasaban más el balón. Hace dos partidos di dos veces al palo y todo…

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viernes, noviembre 10, 2006

Armando Telletxea

Podríamos decir que Armando Telletxea nació destinado a ser arquitecto. Lo que pasa es que se entretuvo un poco por el camino.
Desde pequeño mostraba un gusto por el diseño y la construcción en aquel rincón de su habitación, donde lo recluía la despiadada niñera que lo cuidaba en ausencia de sus padres, que trabajarían muy duro para pagarle años después sus estudios en la universidad. En aquella jaula construida a base de lo que, para el, eran unos inexpugnables cojines, él pasaba horas jugando con el Lego, y ya entonces reflexionaba sobre la “calidad espacial”, la “lógica constructiva” y la “articulación de los elementos” en sus edificios, mucho antes siquiera de saber que esos términos existían. Él siempre prefirió el Lego al Tente y por supuesto a los Clips de Play Móvil, donde todo venía ya hecho y no había posibilidad de alteración, limitando así la creatividad del individuo.
Su padre solía contar, no con poco orgullo, que el gusto por el dibujo y la pintura de Armando venía de los tiempos en los que él entretenía a su hijo haciendo dibujos mientras su madre lo alimentaba a base de purés que, casi siempre, eran de vainas.
Armando pasó toda su infancia dibujando. Pero como lo aprendido entre cucharada y cucharada de puré le parecía insuficiente decidió ir a la Escuela de Artes y Oficios.
Como se daría cuenta años después, no hay ninguna cosa que relacione el gusto por el dibujo con la arquitectura. Pero lo de arquitecto, que por cierto, era una profesión que desconocía completamente, le parecía la única salida digna a su afición por el dibujo. Ya que, como decía el señor Telletxea, evidentemente no iba a ser pintor, para morirse de hambre.
Se acercaba el momento decisivo, el paso definitivo que lo llevaría por la senda de la escuadra y el cartabón.
Sin embargo ese momento coincidió con una de las peores crisis en la vida de Armando. Como el psicólogo del instituto explicó a su madre: la “edad del pavo” tiene estas cosas. Y es que Armando, inexplicablemente pasó de ser un alumno aplicado a no ser nada, ya que de lo poco que le vieron por las aulas perdió hasta el estatus de estudiante.
Así que tuvo que repetir curso. Ello sirvió para que las aguas volvieran a su cauce y para que un nuevo profesor de filosofía le quitara ciertas ideas malignas de la cabeza y le presentara a Kant. Lo malo es que también le presentó a Nietzsche.
Pero ese año de repetición sobretodo sirvió para que el señor Telletxea, que parece que había perdido la confianza en su hijo, definiera el futuro de su vástago: Armando se iría fuera de la ciudad a estudiar Arquitectura Técnica, que es una escuela para “Luis Mollas” cuando en realidad lo que quieres es ser “Carlos Sainz”. Armando, que tampoco confiaba demasiado en sus posibilidades y sobretodo no quería pasar muchos años estudiando, aceptó.


Continuará...

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Ibon de Atxerito


Mi nombre hace honor al Ibon de Atxerito, lago glaciar del Pirineo aragonés junto al que me encontró una expedición francesa que pretendía subir al pico Bisaurín el 12 de septiembre de 1955. Me rescataron de las garras de una osa a la que mataron de quince disparos. En realidad, esa osa me había encontrado en el bosque cuando aun era un bebé y me había amamantado y cuidado hasta la edad de seis años, que es la edad que se estima que yo tenía cuando me rescataron.
El jefe de la expedición que me encontró era un aristócrata francés que me adoptó y me llevó a su chateau de Versalles. Me costó adaptarme, ya que hasta entonces había vivido libre en el monte. Pero con el tiempo aprendí a hablar, a leer y escribir gracias a las institutrices y profesores particulares que vivían con nosotros en el chateau. Aunque la persona que más hizo por humanizarme fue mi madre adoptiva, Madame Neveu: una hermosa plebeya, que había sido profesora de piano hasta que se casó con Armand d' Abbadie, el Conde de Saint- Simon. Ella fue la que me inculcó el amor por la música.
A los trece años pude por fin incorporarme a los caros colegios elitistas en los que mi padre adoptivo quiso educarme. Durante la semana mis compañeros de colegio hacían de mi vida un infierno. Pero todo eso se transformaba cuando el fin de semana volvía al chateau junto con mi hermana Catherine. En la intimidad, nos amábamos con locura.
Con dieciocho años fui a París a estudiar piano. Era lo que siempre había querido, pero yo no era feliz ya que no podía seguir viviendo más tiempo teniendo que ocultar el amor que sentía por Catherine. Un domingo que volví al chateau, durante la comida, aprovechando que estaban todos los miembros de la familia reunidos me levanté y golpeé una de las copas con la cucharilla para acaparar la atención de los comensales. Catherine me miró con ojos de sorpresa pero no pudo impedir que diera la noticia: mi hermana y yo nos amábamos profundamente, queríamos casarnos y formar una familia. El conde se atragantó al escuchar aquellas palabras y casi se muere. Cuando pudo hablar, lo primero que dijo es que yo ya no era hijo suyo, que me quitaba el apellido y que me desheredaba. Me dio igual. Pero por primera vez en mi vida iba a tener que trabajar.
Catherine, cumplió los dieciocho al año siguiente y también se fue de casa, pero la verdad es que para ella no fue tan difícil ya que el Conde siguió pagándole los estudios universitarios en la Sorbona, además del alquiler de la pequeña buhardilla en la que vivíamos.
Corría el año 1968 y París era un hervidero de revolucionarios y agitadores. Una noche, que llegué a casa después de nueve horas de trabajo en un restaurante de Montparnase, encontré a Catherine en la cama leyendo “El Capital”. Le pregunté qué era eso y me dijo que yo también debía leerlo. Juntos abrazamos las doctrinas marxistas y empezamos a militar en el “Partido Comunista Revolucionario Reconstituido”. Nos mudamos a una comuna del barrio Latino para estar más cerca de nuestros camaradas, y dedicamos casi todo nuestro tiempo a “la causa”, reunidos en eternos comités de estudiantes y trabajadores. Pero, durante los altercados de mayo, la fatalidad volvió a adueñarse de mi vida: En una manifestación en la que hubo disturbios, una bala disparada por un gendarme dio de lleno en el corazón de Catherine. A lo largo de mi corta existencia, yo había perdido a mis padres biológicos, a la osa que me amamantó, a mis padres adoptivos y ahora, iba a perder a la persona que más amaba en el mundo. Catherine murió en mis brazos y yo juré empeñar el resto mi vida en luchar contra el la injusticia social y el capital.
Estuve varios años militando en el PC francés, pero cansado de la burocracia interna del partido, decidí hacerme brigadista. Estuve cuatro años en Cuba, donde aprendí el castellano; en Nicaragua; también en Angola y tras el levantamiento zapatista fui a Chiapas, donde estuve acompañando al EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional) y al Subcomandante Marcos. A partir de ahí, comencé a interesarme por los diversos movimientos anti-globalizadores surgidos aquellos años. Participé en las manifestaciones de Seattle, Praga, Tesalónica…
Sin embargo, más de tres lustros de lucha me habían dejado muy cansado, no sólo físicamente sino anímicamente. Fue en un viaje a Portugal, para participar en un encuentro organizado por las Juventudes Comunistas portuguesas, donde decidí dar un giro a mi existencia. El 3 de septiembre de 2005, día en el que llegué a Oporto, comenzó mi nueva vida. Nada más pisar la ciudad, quedé enamorado de ella: de su río Douro (de oro), de su mar, de sus puentes, de sus inclinadas calles de granito, de sus casas recubiertas de azulejos… de su vinho do Porto, del bacalao… pero también de sus gentes, de la tranquilidad con la viven su vida, de su calma. La ciudad tiene una atmósfera que me embriaga y decidí quedarme en ella para el resto de mis días.
Ahora vivo en una pequeña casita en Foz, junto al mar. Doy clases de francés en la Universidade do Povo por las mañanas, cocino los peces que yo mismo pesco y de miércoles a sábado toco el piano en la Casa de Cha de Boa Nova. Interpreto a los clásicos: Thelonious Monk, Miles Davis, John Coltrane, Duke Ellington…


Oporto, septiembre de 2005. Ibon de Atxerito



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San Sergio, Santa Irene y otros espacios centrales

- ¿Qué tal sabe esa cosa verde?
Marta señalaba con el dedo uno de los platos que había sobre la mesa mientras miraba a Sergio esperando respuesta. Pero este, parecía no haber escuchado la pregunta y masticaba en silencio con la mirada perdida en el infinito. Yo, que estaba observando la escena, dije:
- Está bueno, se puede comer.
- Y... ¿qué es? – dijo Marta poniendo cara de asco.
- No lo sé.
En realidad no sabía qué eran la mitad de las cosas que había sobre la mesa, y menos aun cómo se llamaban. La verdad es que habíamos elegido los platos al azar. Pero yo probaba de todo. Quería tener una idea general de lo que era la gastronomía turca. Además, me parecía divertido jugar a distinguir sabores.
- Uuum... esto tiene canela – dijo alguien.
- ¿Si? Pues la canela es afrodisíaca – contestó Laura – cuidado con lo que haces esta noche.
Todos, excepto Sergio, reímos. Pensamientos impuros asaltaron mi mente, pero yo me esforzaba en no poner ninguna cara que me delatase. Los veintisiete años no son edad para ser un viejo verde.
A este viaje había venido mucha gente de los primeros cursos, lo cual a mí hacía sentirme mayor, veterano, incluso diría que maduro. La razón era que al otro viaje de estudios, al de Nueva York y Chicago, Analía no había dejado viajar a la gente menor de veintiún años, ya que esa es la edad a la que uno se hace adulto en el país de los sueños. Así que, al viaje de Atenas-Turquía había venido la gente que: o no tenía veintiún años, o no tenía los mil doscientos euros que costaba el viaje a USA. Yo desgraciadamente, pertenecía al segundo grupo. Mi maltrecha economía había tenido que asumir la compra de un nuevo ordenador, tras la inesperada pérdida del viejo Pentium III, aquel fatídico día, mientras regeneraba un plano de urbanística. Los 8.637 KB de líneas, polilíneas, sombreados, tramas, bloques de árboles etc. habían sido demasiado para él.
Así que allí estaba yo, en un restaurante de la plaza Taksim de Estambul, cenando con seis chicas de segundo que había conocido en el avión y mi amigo Sergio, que seguía sin decir ni pío. Sergio y yo éramos amigos desde el viaje que hicimos a Sicilia con la universidad. Una noche en el puerto de Siracusa entre sorbo y sorbo a una botella de limoncelo, nació una amistad que dura hasta hoy. A Sergio le apasionaba la Arquitectura. Se vaciaba en cada proyecto, dándolo todo. Estar al lado de una persona como él, había sido muy motivante para mí y yo lo había convertido en mi guía particular. Tenía muy en cuenta las correcciones que hacía de mis proyectos y seguía sus recomendaciones en cuanto a lecturas, películas y exposiciones, pero jamás en cuanto a música. Porque… ¿quién puede alabar tanto las virtudes del “Trans Europa Express” de Kraftwerk, hasta el punto convertirlo en himno particular? La verdad es que Sergio era un personaje peculiar, de los que la gente llama raro.
Fue en Sicilia precisamente la primera vez que lo vi en uno de esos trances metafísicos en los que se sumía cuando visitaba ciertos lugares. Ocurrió en el teatro de Taormina. Sentado en aquellas gradas por las que habían pasado griegos y romanos, mirando el escenario tras el que se veía la costa y a lo lejos el Etna nevado, sufrió tal shock que se quedó paralizado. Lo recuerdo muy bien porque en ese lugar nos hicimos una foto de grupo. En la instantánea puede verse una persona, sentada unas gradas más arriba que el resto, como si la historia no fuera con ella. Unos meses después, me reí mucho cuando el profesor Garrido contó en clase, que en aquel mismo lugar, en el viaje de despedida a Francisco Javier Sainz de Oiza de la Escuela, éste, al ver un pastor con su rebaño que andaba por allí, comentó: “esto es la arquitectura, convertir un paisaje de cabras en un paisaje de hombres”.
La cena seguía su curso. Los camareros nos agasajaban con bandejas llenas de carnes y pescados de las que nosotros elegíamos directamente señalando con el dedo, así ellos se ahorraban el complicado episodio de explicar lo qué era cada nombre que aparecía en la carta. Los pescados eran pequeños y yo me acordé de un anuncio televisivo de la infancia.
El hecho de que Sergio estuviera tan callado había centrado la atención en mí. Yo me esforzaba en caer bien a las chicas, aunque echaba de menos un poco de vino, que siempre me ayuda a ser más simpático. El privativo precio que tiene el alcohol en Turquía hizo que optáramos por beber agua, lo cual me había hecho pensar que yo nunca viviría en este país. Decidí que después de la comida me tomaría un vaso de “Raki”, una bebida típica que tiene 40º, lo único asequible que se podía pedir.
- ¡Qué callado es tu amigo! – me dijo Eli al oído.
Yo, que ya me había acostumbrado a ser el compañero de alguien tan raro, puse cara de circunstancia y medité brevemente sobre si merecía la pena explicar la razón por la que Sergio parecía tan ausente.
- Es un tío muy sensible – contesté– y visitar ciertos monumentos arquitectónicos le impacta demasiado.
Eli me miraba con cara de asombro pero yo continué. Siempre me siento más cómodo hablando de los demás antes que de mí mismo.
- El año pasado, sin ir más lejos, viajé con Sergio a Roma. Habíamos comprado unos billetes baratos por Internet. Estuvimos cinco días…
El primer día fuimos a visitar el Panteón. Entramos dentro y nos pusimos justo en el centro. Llovía y las gotas de agua se colaban por el óculo de la cúpula. Era un espectáculo maravilloso. Yo estaba comentando algo sobre la ligera pendiente que tenía el suelo para que el agua resbalara hasta unos pequeños agujeros de evacuación. Busqué la cara de mi amigo esperando su asentimiento, pero este seguía con la mirada clavada en el óculo. Entonces Sergio me miró y me dijo: “tío, creo en Dios”. Esta afirmación era cuanto menos sorprendente, ya que Sergio había defendido su ateismo en multitud de animadas sobremesas junto a una botella de pacharán. Yo pensaba que me tomaba el pelo y, aún hoy, creo que no acabo de captar su sentido del humor. Aunque lo cierto es que enmudeció el resto de la tarde.
La cena estaba acabando, y por fin me habían servido el vaso de Raki. Aquello sabía a rayos, pero me propuse beberlo todo. Irene también había pedido un vaso de Raki y lo bebía a pequeños sorbos alternándolo con tragos de agua, que es como se bebe este anís turco. Había estado muy callada durante la cena, pero el Raki parece que le soltó la lengua y empezó a hablar:
- ¿No os ha parecido impresionante Santa Sofía? Yo me he sentido insignificante debajo de la cúpula. Estando ahí, he entendido lo que es un espacio central. Pero lo curioso es que el espacio central se amplía a este y oeste por la adición de unas semicúpulas apoyadas sobre pilares, de manera que se consigue marcar un eje principal. Al norte y al sur, son unos contrafuertes los que recogen el empuje de la cúpula. Por eso la sección longitudinal es ligera y estilizada, siendo la transversal mucho más sólida y maciza. Y todo en un mismo edificio construido hace catorce siglos. ¡Es alucinante! Eso sin hablar de la decoración interior…
Aparté la mirada de Irene un momento para rastrear la cara del resto de comensales. Todos la escuchaban con atención, incluso Sergio, que parecía haber despertado de una vez. Es más, Sergio miraba a Irene con especial interés. Y el brillo de sus ojos delataba una cosa: había encontrado a su media naranja.

Texto presentado en el Primer CONCURSO VIAJES ARQUITECTURA UAX 4x4, con motivo de los viajes que la Escuela de Arquitectura realizó en febrero de 2005 a Turquía-Grecia y Nueva York-Chicago.
El premio quedó desierto en la modalidad de “Escritos”.

Fotos presentadas en el Primer CONCURSO VIAJES ARQUITECTURA UAX 4x4, con motivo de los viajes que la Escuela de Arquitectura realizó en febrero de 2005 a Turquía-Grecia y Nueva York-Chicago.
Puente Galata obtuvo el Segundo Premio en la modalidad de Fotografía.


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domingo, noviembre 05, 2006

Federico Soriano


¿Alguien sabe dónde compra sus camisas Federico Soriano (palacio Euskalduna entre otras cosas)?

Lo digo, porque no es la primera vez que nos sorprende con estos modelitos.

Quizás sea su mujer, Dolores Palacios, que es mi tutora del PFC, quien se las regala.

Nota: ponerme camisa op-art en mi próxima tutoría.

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del MOMA al Botánico de Madrid


On-site: new arquitecture in Spain, que estrenó el Museo de Arte Contemporáneo (MOMA) de Nueva York el pasado 12 de febrero, ahora se expone en el Pabellón Villanueva del jardín botánico de Madrid. Lo puede ver por 1€ oiga…
En ella se muestran proyectos de edificios en proyecto, en construcción o finalizados, que han sido puestos en marcha desde 2000 en todo el Estado y que están firmados por arquitectos españoles y extranjeros.
De entre los 52 proyectos seleccionados hay dos proyectos situados en Gasteiz:
- las cuatro torres bioclimáticas en Salburua (en la foto) de Abalos y Herreros, cuya construcción está casi finalizada.
- El Auditorio de Juan Navarro Baldeweg, que gracias a la ineptitud de nuestros politicos, casi seguro nunca verá la luz.

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